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ES 62-Continuidad pedagógica- 16 de marzo de 2020
Geografía
Curso: TM 5to 1ra
              TT 5to 2da
Docente: Laporta Paola

Leer el siguiente texto
La Argentina en el contexto  mundial: un repaso por la historia
Lo que  ocurre -y ha ocurrido históricamente en nuestro país- no puede comprenderse aisladamente del contexto mundial en el que sucede. La inserción argentina en el mundo está vinculada, en gran medida, con el desarrollo, la difusión y la aplicación de diversas ideas políticas y económicas que adquirieron predominio en distintas épocas.

La inserción  en el capitalismo
En la época en que la Argentina iniciaba su organización como Estado nacional -durante la segunda mitad del siglo XIX- algunos países europeos como Gran Bretaña ya predominaban en el escenario económico y político mundial. Al mismo tiempo, los Estados Unidos se sumaban a ese conjunto de países y hacia 1920 se consolidaban como la primera potencia económica del mundo.
El liderazgo de esos países se debía al gran desarrollo industrial  y tecnológico  que habían logrado y que los llevaba a producir una cantidad creciente de manu­ facturas de muy diverso tipo, desde elementos  para el consumo cotidiano hasta maquinarias y grandes transportes,  como ferrocarriles  y barcos que facilitaban el comercio entre distintos lugares del mundo.
Sus economías se sustentaron en la organización capitalista de la producción. Esto significa que todos los elementos necesarios para la fabricación de bienes, como la tierra de la que se obtienen materias primas o las maquinarias y herramientas utilizadas en las fábricas, pertenecen a propietarios privados y quienes realizan la producción, los obreros, ofrecen su trabajo a cambio de un salario.
Para sostener la producción  de bienes y aumentar las ganancias los países  industrializados necesitaron contar con más compradores  y con mayor cantidad y diversidad de materias primas. En este marco, los países como la Argentina, que buscaban integrarse al mundo a través del comercio y que contaban con importantes recursos agrícolas o minerales, se convirtieron en proveedores de materias primas. Entre 1880 y 1930 el eje de la economía de nuestro país fue la exportación de productos obtenidos en las áreas rurales. Los dueños de grandes extensiones de tierras formaban uno de grupos de mayor poder económico y político en el país. Ellos impulsaron y se beneficiaron con el desarrollo  de ese modelo agroexportador. Al mismo tiempo, la Argentina fue uno de los nuevos mercados demandantes de los productos industriales de Europa y de las inversiones (el dinero) que se requerían para dotar al territorio de infraestructuras  básicas, como transportes  y comunicaciones. Los intercambios comerciales dependían de las necesidades de los países europeos y de los Estados Unidos, que tenían la capacidad de imponer  condiciones y de negociar los precios.
Crisis mundial y desarrollo interno
El  crecimiento   económico   de los Estados Unidos durante las dos primeras décadas del siglo xx provocó un gran optimismo  respecto de su futuro  económico. Así1 muchos estadounidenses invertían su dinero  en  acciones,  que  compraban y vendían  obteniendo ganancias rápidas en la bolsa de valores. Hacia 1929 se hizo  evidente  que el crecimiento  de la producción industrial y de la especulación  con acciones era mucho mayor que el nivel de consumo  de la población. Las empresas  comenzaron  a tener dificultades para vender sus productos y la economía  empezó a paralizarse.  Esta  situación  desató una crisis económica  mundial que culminó con el cierre de empresas y bancos y con la disminución  de la oferta de productos  industriales y del comercio internacional.
En este contexto, las exportaciones de la Argentina se redujeron y disminuyeron  la inversión y la importación de productos  provenientes de países europeos y de los Estados  Unidos. Como  reacción a la crisis, comenzaron   a generarse nuevas  estrategias  para  evitar  la caída de las actividades  productivas. Entre ellas, el Estado y diver­sos sectores de la sociedad promo­vieron el desarrollo de industrias locales que fabricaran los bienes que hasta el momento debían importarse. Para ello, el Estado tomó una participación más activa en la economía regulando la importación y exportación de bienes. Protegió a las nuevas industrias al dificultar la importación de bienes que compi­tieran con los que se fabricaban en el país, y facilitó la importación de aquellos bienes que no se producían -como algunas maquinarias- y que eran necesarios para el desarrollo de nuevas actividades o para la mejora de la tecnología utilizada.
Algunos servicios básicos, como la provisión de electricidad, la pro­ducción de petróleo y gas y los transportes ferroviarios, comenza­ron a ser prestados por empresas del Estado. Estas empresas y el de­sarrollo de la administración públi­ca se convirtieron en importantes demandantes de trabajadores que se incorporaron a un mercado laboral creciente. Se suele considerar que todas estas acciones contribuyeron a definir un modelo de desarrollo de país centrado en el aumento del mercado interno y el desarro­llo industrial nacional, conocido como modelo de sustitución de importaciones.
Junto con las políticas destina­das a impulsar el consumo interno, algunos gobiernos mejoraron la distribución del ingreso entre dis­tintos sectores de la población, de manera de contribuir a una mayor equidad social. Así, a principios del siglo pasado el radicalismo comen­zó esta tarea con la incorporación de las clases medias en la partici­pación democrática, que hasta ese momento estaba reducida a unos pocos grupos dominantes. Poste­riormente, el peronismo propició la incorporación de las clases más bajas, con el desarrollo de políti­cas que les permitieron el acceso a servicios básicos como la salud, la educación, la vivienda, la segu­ridad social (jubilaciones, pensio­nes, obras sociales para la atención de los trabajadores).
Con diversas características, la vigencia de este modelo se exten­dió aproximadamente entre 1930 y 1975, cuando en el contexto econó­mico internacional comenzaron a predominar las ideas neoliberales y en el país se modificaron las condi­ciones institucionales y políticas.
Un mundo neoliberal y globalizado
A mediados de la década de 1970 los países de ma­yor desarrollo industrial comenzaron a sentir el agota­miento del modelo de producción que había domina­do las décadas anteriores. Las ganancias de las grandes empresas disminuían, y resultaba difícil incrementar los niveles de producción sin modificar sustancialmente la forma de organización de las empresas. A ello se sumó un importante incremento en los costos de los productos energéticos, en especial del petróleo, nece­sarios para producir y transportar los bienes. En 1973 el aumento del precio internacional del petróleo terminó con la disponibilidad de energía abundante y barata en la que se apoyaba la producción industrial y de servicios. Al mismo tiempo, provocó que los países productores de petróleo multiplicaran las ganancias de sus ventas. El dinero obtenido se reinvirtió solo en parte en los mismos países y, en su mayoría, ingresó al circuito financiero a través de los bancos internacionales. De esta manera se generó una gran disponibilidad de capitales para realizar préstamos por los que se cobraban intereses.
En este contexto, tomó gran im­pulso la difusión del pensamiento económico neoliberal. En su esencia, el neoliberalismo postula que los mercados pueden re­gularse por sí mismos, obteniendo un adecuado equi­librio del orden económico y social, sin necesidad de que intervengan los Estados. De esta forma comen­zaron a difundirse y aplicarse políticas económicas neoliberales que imponían la libre movilidad de los productos y los capitales, y reducían la intervención de los Estados en la economía y, consecuentemente, en la regulación social.
En las últimas décadas del siglo xx comenzó a utili­zarse el término globalización para hacer referencia a la creciente interdependencia de las economías de los distintos países del mundo. En particular, esa inter­dependencia se sustenta en el gran incremento de los intercambios comerciales y financieros entre diversos lugares del planeta. Si bien las transacciones comerciales han acompañado la historia de la humanidad, la característica esencial del proceso de globalización reside en que este involucra prácticamente a todos los lugares del planeta y en él adquieren un gran protago­nismo las empresas transnacionales que controlan el flujo de los grandes capitales financieros. Además, este proceso se basa en la presencia cada vez mayor de innovaciones tecnológicas entre las que se destacan las relacionadas con las comunicaciones y la informá­tica, la microelectrónica, la robótica o la biotecnolo­gía. Ellas facilitaron la innovación de los productos y servicios que se ofrecen y la reorganización de las formas de producción al permitir una mayor flexibi­lidad en la localización de las empresas productoras, así como comunicaciones y transacciones económi­cas en tiempo real entre distintos lugares del mundo. La difusión de Internet a partir de la década de 1990 multiplicó más aun la velocidad y el alcance del proceso globalizador.
La inserción de los países en los procesos de globalización se ha realizado en condiciones diversas. Algunos han abierto sus economías a los mercados exter­nos con escasas restricciones, con lo que se han expuesto a las fluctua­ciones de los precios internacionales y a mayores niveles de competencia para sus productores locales. Las consecuencias positivas o negativas que estos procesos de globalización tienen en cada uno de los países dependen, en gran medida, de las condiciones y habilidades que se tengan para diseñar políticas económicas y de inser­ción comercial que eviten la caída de las condiciones de vida de la población y un desmejoramiento de la integración social.
Más allá de la dimensión económica, la globalización también abarca otros aspectos que influyen en la vida cotidiana de las personas; así se habla de la socie­dad global, para hacer referencia a la difusión de valores, pautas de vida y consumo comunes que se extienden  por distintos puntos del planeta. También se incluyen  en el proceso de globalización las preocupaciones  por temas comunes, como los derechos humanos o las condiciones ambientales.
Haciendo un repaso por los grandes cambios territoriales en la formación del territorio argentino
Aquí haremos un repaso alrededor de los aspectos políticos y económicos en la formación del territorio argentino y sus vinculaciones.
El mapa 1 (doc. 2) representa en forma aproximada cómo estaba ocupado el sur de América hacia fines del siglo xv, antes de la colonización española.
Los pueblos descendientes de los primeros habitan­tes del continente hablaban diferentes lenguas, tenían costumbres distintas y vivían y se gobernaban de diver­sas maneras. Algunos vivían en selvas, otros en valles montañosos muy secos, etc.; unos eran nómades, caza­dores y recolectores, y otros, sedentarios, agricultores. Las personas de estas comunidades compartían el uso de la tierra y de los recursos naturales; las activida­des que desarrollaban tenían como objetivo prioritario abastecer a sus miembros, es decir, era una economía de subsistencia o autoconsumo. Algunos pueblos no se co­nocían entre sí, pero otros, por lo general, vecinos, inter­cambiaban productos a través del trueque. Entre los pue­blos nativos del sur de América se destacaron los incas.
El mapa 2 (doc, 3) representa la etapa histórica en la que confluyeron en un mismo espacio las cultu­ras nativas con las provenientes de Europa. Cuando llegaron los españoles a fines del siglo XV designaron a los diversos pueblos originarios de la misma manera: "indígenas", "aborígenes", "indios". Los recién llegados se identificaron como "los blancos".
Algunos de los pueblos originarios fueron someti­dos rápidamente por los colonizadores e incorporados a la nueva sociedad colonial, especialmente como tra­bajadores, y sus tierras pasaron a formar parte de los territorios coloniales -los virreinatos-. Nativos y eu­ropeos conformaron además un sector de población mestiza. Otros pueblos se resistieron y mantuvieron el dominio sobre sus territorios por más tiempo. Esos territorios fueron identificados por los blancos como áreas de frontera indígena. Al norte se encontraba la frontera del Gran Chaco y al sur, la frontera denomi­nada "el desierto". Hasta mediados del siglo XIX, las re­laciones entre estos pueblos y los blancos fueron cam­biantes; a veces llegaron a la confrontación armada y otras veces practicaron el intercambio comercial.





El mapa 3 (doc. 4) representa una etapa en la que al mismo tiempo que se formaban territorios provinciales, persistían los territorios de los pueblos originarios en las llamadas áreas de frontera indígena. Los territorios provinciales se fueron formando desde las primeras décadas del siglo XIX, a partir de las ciudades y las áreas rurales organizadas en la época colonial. En esos territorios se había conformado una sociedad criolla (integrada por los descendientes de pueblos nativos, españoles y mestizos). Después de la Independencia, los circuitos económicos dejaron de estar conectados con el mercado de Potosí. Las producciones agrícolas y artesanales provinciales decayeron ante la competencia de los productos europeos motorizada desde el puerto y la Aduana de Buenos Aires. Esto le dio a la provincia de Buenos Aires supremacía política y económica respecto de las otras.
Pasaron varias décadas antes de que las autorida­des políticas del conjunto de las provincias existentes se pusieran de acuerdo para establecer una organiza­ción territorial que abarcara a todas en un mismo pro­yecto político.
El mapa 4 (doc. 5): En 1862 los grupos de poder establecieron un acuerdo político para unir sus fuerzas y organizar un Estado nacional. Las posibilida­des de mejorar las condiciones de inserción en el mer­cado exterior, como un Estado nacional y con un terri­torio mejor organizado, significaron un gran incentivo para impulsar este proyecto que generó grandes trans­formaciones territoriales.
Los territorios de los pueblos originarios o áreas de frontera fueron integrados por la fuerza mediante cam­pañas militares que diezmaron a la mayor parte de la población nativa.
El Estado incentivó la apropiación privada de tierras para el desarrollo de actividades agropecuarias y la expansión de las redes de transporte, especial­mente las vinculadas con la exportación de productos agrarios. En esta etapa, también se produjeron el creci­miento urbano y la llegada de las olas de inmigración desde Europa, que pasaron a integrar la población ar­gentina en formación. Durante el siglo XX se termina­ron de definir los límites provinciales e internacionales del territorio nacional.

Fuentes:
-Arzeno, M.; Ataide, S.; Bertoncello, R. y otros (2011). Geografía. Argentina en la globalización. Santillana. Buenos Aires. 

TP Nº                        La Argentina en el contexto mundial: un repaso por la historia
1) ¿Por qué los países con mayor desarrollo a principios del siglo XX se interesaron en países como Argentina? ¿Qué consecuencias trajo esto al país?
2) ¿Qué significado tiene decir que el país adoptó entre 1930 y 1975 un desarrollo basado en “el aumento del mercado interno y el desarrollo industrial nacional”?
3) ¿Qué se entiende por “pensamiento económico neoliberal”?
4) Observar los mapas que se presentan y respondé, ¿qué zona del país es la que va presentando una mayor participación durante la conformación del territorio argentino? ¿Por qué?


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