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Geografía
Docente: Laporta Paola
Mail de
consulta: laportapaola@gmail.com
Tp 2 La
geografía como herramienta para entender el presente
1. Lee el artículo “La
geopolítica en tiempos del coronavirus”, extraído de INFOBAE (https://www.infobae.com/opinion/2020/03/11/la-geopolitica-en-tiempos-del-coronavirus/). Por Ricardo Auer.
2. Primero investiga y
responde ¿Qué es la GEOPOLÍTICA? ¿Cuáles el objetivo de la geopolítica?
3. Una vez leído el artículo
marca las palabras q no conozcas y búscalas en un diccionario (te ayudará a
entender mejor el artículo).
4. Busca los conceptos de territorio,
Estado y Nación y luego trata de armar un texto relacionando estos conceptos y
el artículo.
5.
En un planisferio político
identifica los países que menciona el artículo y sus respectivas capitales (se pueden descargar
gratis desde https://www.ign.gob.ar/AreaServicios/Descargas/MapasEscolares)
6. Como habrás leído e
interpretado, ésta no es sólo una enfermedad con consecuencias graves sobre la
salud de las personas ¿Cuáles son las consecuencias paralelas que genera y
generará este virus en el mundo y para Argentina?
7. Para vos ¿qué rol juegan
las redes sociales en ésta situación? Fundamenta y ejemplifica.
8. Redacta una conclusión a
cerca del artículo y la situación que estamos viviendo.

Martes 17
de Marzo de 2020
Opinión
La
geopolítica en tiempos del coronavirus

Por Ricardo Auer
Wall Street cerró en fuerte alza
el martes, impulsada por las medidas de apoyo contra el coronavirus,
mientras que las principales bolsas europeas terminaron en rojo, después de
iniciar la sesión recuperándose del descalabro de la víspera, su peor jornada
desde la crisis de 2008.
El cisne negro del coronavirus ya ha impactado
fuertemente en la economía mundial y provocó incertidumbre y temor, caída
bursátil fuera de lo común en las principales bolsas, fuga de los activos
financieros de los lugares de riesgo y “vuelo hacia la calidad”. Se pronostica una clara disminución del
crecimiento económico, y se habla de hasta una gran recesión mundial. Como
las demandas mundiales están reduciéndose rápidamente, particularmente por la
incidencia del gigante China, los
precios de los commodities están en baja, lo que afecta a los países
productores, como Brasil y Argentina (agrícolas) y Chile (minerales-cobre).
El turismo y las empresas aéreas sufren quebrantos monstruosos. Brasil por
tener un altísimo intercambio con China se verá doblemente afectado.
Con el petróleo se ha manifestado una primera gran movida
geopolítica. En
menos de una semana, su precio bajó un 30% pasando de 50 a 35 USD/Barril.
Arabia Saudita propuso disminuir la producción de petróleo para mantener los
precios medianamente estables, pero Rusia no aceptó, en orden a mantener sus
respectivas cuotas de mercado. Entones Arabia Saudita inició una guerra de precios a la baja, que Rusia
respondió. El análisis público se inclinó a deducir que esas movidas afectarían
a EEUU, cuyo shale gas y shale oil tiene costos más altos que Rusia y los
árabes, pudiendo eventualmente quedar fuera del mercado. El precio de los
36-37 USD/barril induce a razonar así. Pero si ese nivel de precios se
mantuviese durante un período más prolongado, lo que aún no sabemos, el gran
afectado podría ser Rusia, ya que su economía depende enormemente de sus
ingresos por la exportación de energía. En cambio EEUU tiene su economía más
diversificada y en gran medida apuesta a la tecnología 4.0 y a la repatriación
de sus industrias hacia su territorio, cuyo mercado interno es el que dispone
de una alta demanda. El tradicional alineamiento EEUU–Arabia Saudita invita a
la reflexión a largo plazo.
La baja de los commodities y del petróleo beneficia a China, lo
que compensaría parcialmente su parate actual. Sin embargo, es probable que la
locomotora del crecimiento mundial durante las últimas décadas tarde en
recuperarse. Le costará además volver a ser el proveedor de al menos el 20% de
los bienes intermedios confiables, ya que nadie descarta que pueda repetirse
una nueva crisis derivada de “otro” virus mutante. Dicen que los brotes
globales se volverán cada vez más comunes, por la creciente urbanización en
mega-ciudades, el intercambio turístico global y el aumento del consumo de
proteínas cárnicas (aunque esta tendencia esté en reversa en el mundo
desarrollado). Las exportaciones a China por parte de Europa, Japón y EEUU
también sufrirán consecuencias, y nuevamente se discutirá sobre los balances
comerciales entre las grandes potencias; es decir recrudecerá la “guerra
comercial”.
El virus se “exteriorizó” públicamente en China durante el mes de
Diciembre (sólo hace menos de 100 días) y ya alcanzó a mas de 90 países,
infectó a mas de 100.000 personas y mató a unas 3.500. Se expandió rápidamente a Japón y
Corea del Sur (por el gran turismo chino a esos países); a Irán, en Medio
Oriente; a Europa, con Italia como principal foco, a EEUU y también hacia
América Latina, donde hay cada vez más países con casos. Las escuelas en Japón
están cerradas; casi en toda Italia se ha creado zonas de aislación
epidemiológica para 40 millones de habitantes; Israel ha cerrado de hecho sus
fronteras para los extranjeros. Todo esto prueba que el COVID-19 no es una
gripe común, como algunos sostenían en forma naif.
De continuar esta situación, las
consecuencias económicas globales podrían llegar a complicarse aún más. Los países se aislarán y los menores
intercambios entre oferta y demanda producirán un derrumbe del crecimiento
económico global; muchos países podrían entrar en recesión y el sistema
global incrementará su nivel de individualismo y de lucha por la supervivencia.
Pero en un futuro, que no sabemos si
es cercano o lejano, se encontrará la vacuna apropiada para combatirlo. A
partir de allí, habrá otro año hasta la total normalización. Quien llegue a desarrollar la vacuna
apropiada (si es que ya no la tiene) podría influir notablemente en el
escenario global, disponiendo que la crisis económica sea corta o larga,
según le convenga a sus intereses nacionales; otra muestra de que los factores
de poder (en este caso, el factor científico-tecnológico) influyen notoriamente
en las relaciones de poder mundial.
Todo este inédito fenómeno global acentuará los procesos
geopolíticos en curso: se consolidará el concepto de los “intereses nacionales
primero”, lo que implicará un nuevo retroceso de la globalización. Si bien los virus no respetan
fronteras, sus consecuencias determinarán modificaciones en los controles
fronterizos, sean personales o económicos. Además, se reforzará la “guerra
tecnológica” para proteger la relocalización de industrias (de las nuevas
tecnologías) en los países más desarrollados.
Esta situación pone un fuerte
desafío para todas las dirigencias políticas, ya que los pueblos no querrán verse perjudicados por la aparición del “virus
chino” y reclamarán por la defensa de su seguridad, de sus fronteras, de
sus intereses, y probablemente se producirán actos de discriminación. Todos los
reclamos se volcarán a las redes sociales y cualquier inquietud social tiene
obviamente repercusiones políticas.
Dado que la geopolítica es el faro
que ilumina la inserción del país en el mundo, su análisis se vuelve imperioso
para entender cómo navegar los embravecidos mares del futuro, esclarecer los
caminos críticos más probables, las mejores alianzas y cuáles serían los
principales obstáculos futuros que nos desafiarán. No sólo existe la deuda externa; hay todo tipo de acechanzas. La
Argentina es uno de esos países que se parecen mucho a los que se denominan de
Geopolítica Cero (G-0), siendo que su valor geopolítico objetivo es
relativamente importante. Así se denomina a aquellos actores con espacios
terrestres, aéreos y marítimos importantes o destacados, pero que en la
práctica o por factores ideológicos internos (generalmente grietas
artificiales), desarrollan escasos o deficientes poderes terrestre, marítimo y
aeroespacial, en relación a sus activos estratégicos.
Lamentablemente muchos de nuestros
dirigentes políticos y algunos círculos intelectuales consideran que la
geopolítica trata sólo de “temas militares”, lo cual es totalmente absurdo, o
creen que se pueden resolver los problemas estratégicos únicamente mediante
estudios econométricos o políticos; sus prejuicios los inducen a visualizar
escenarios lineales, no sistémicos y menos aún circulares. Creen que los
procesos de integración regional o de globalización son irreversibles, viendo
sólo sus oportunidades relativas y no sus limitaciones en el desarrollo
nacional. Algunos hasta consideran que ya casi no existen “hipótesis de
conflictos”; siendo poco realistas al momento de realizar diagnósticos
internacionales. Al no desarrollar conciencia demográfica y geográfica no
explotan una correcta política estratégica de ocupación y vertebración
territorial. A veces se importan teorías geopolíticas aptas para otros países o
circunstancias, o bien adhieren a postulados internacionales o ideológicos, o
bien se dejan llevar por gurúes de moda.
Las implicaciones de la situación global incidirán fuertemente en
la Argentina. A
los problemas propios, que son variados y muchos, se le agregará nuevos y aún
más complejos. Se hace necesario analizar los escenarios futuros con la mayor
precisión posible.
Deuda externa e Inversiones: la baja de las tasas no influye
demasiado. La “huida del
riesgo” producirá una baja en el valor de los bonos argentinos, poniéndolos a
tiro de los valores en que los fondos buitres comienzan a interesarse. Sería
repetir errores y un gran problema a futuro. La negociación
con el FMI depende del alineamiento geopolítico descripto en un artículo
anterior. Si entramos en default con los bonistas las
empresas argentinas no tendrán muchas posibilidades de obtener fondos externos
para invertir en la producción y lentamente desinvertirán. El desarrollo de
una fuerte expansión petrolera en “Vaca Muerta” entra en la zona de conflicto
(precio geopolítico del petróleo) y resta al ingreso potencial de divisas.
Habrá que “vivir con la nuestro” y ello lleva a “emparejar hacia abajo”
trayendo desaliento a los sectores medios capacitados y a los profesionales
(proceso de fuga de cerebros). Un
“buen” arreglo con los bonistas, ahora en la perspectiva de que hay pocos
lugares para invertir globalmente, es lo mejor que le puede suceder al interés
nacional y sería la mejor solución. Depende de las habilidades (¿ocultas?)
del Ministerio de Economía.
Comercio exterior e inflación: si los valores promedios de
nuestras exportaciones de commodities disminuyen, entrarán menos dólares. Si se devalúan las monedas de los
emergentes (el problema es Brasil) y el peso argentino no lo hace, tendremos
falta de competitividad; si se alinea la devaluación con el real brasileño
aumentará la inflación y el acuerdo sectorial se complica (puja
distributiva). Aunque haya arreglo
de la deuda externa, aún con plazos de gracia sin pagos externos, habrá que
conseguir los dólares del superávit. Si exportamos por menor valor habrá
que exportar mayor cantidad, o bien importar menos productos (economía de
guerra). En este caso habrá que bloquear las importaciones de productos
rápidamente producibles localmente: textiles y calzados, y algunos otros, lo
cual implica problemas de relacionamiento con China. Muchas fabricas locales
son parte de una cadena de valor y traen sus insumos y bienes intermedios de
otros países, principalmente de China (Tierra del Fuego, automotrices,
maquinaria agrícola, farmacéuticas y otras varias más). Cualquier complicación o falta de insumos
trae problemas de oferta y además puede producir cierre de fábricas, incrementando
el conflicto social. Complejidades mayores.
Es fácilmente deducible que habrá
una gran variedad de escenarios posibles. Para enfrentar esta situación con
alguna posibilidad de éxito hace falta precisiones de sintonía fina y mucho
trabajo de Inteligencia Estratégica.
El autor es analista de temas
geopolíticos
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